sábado, 27 de noviembre de 2010

CORAJE (Sandra López Paz)





                                                                                 Crepúsculo (A. Cruz)


La siembra


del amor

no declina en la tarde



Muchos brazos han ahogado

su esperanza en la tierra inocente…



Para ser hombre

he nacido azul

indefenso en la calle del trueno…



Levantarse

caerse

levantarse…



¡En las sombras del polvo

hay coraje

hermano…!

VI (Pablo Tasso)





                                             Ilustración de Isabel González (Barcelona - España)


Se decían así: las chicas fiorucci


era la época de Alfonsín,

eran el resabio sanguíneo adulterado

de dos generaciones caídas o de pie,

no era tan visible: eran chicas argentinas.

una usaba condón como loca, poseída.

La otra es menester decirlo sin tapujos, también.

Una hablaba un italiano carcomido por la idiotez:

tutto bene, bene tutto y pasta cuccinatta

raviol, también decían raviol y era una jerga

y era una jerga en la que entrábamos todos

y no se escapaba nadie como en la bolsa de los gatos.

Una de las fiorucci se llamaba Clelia

y a pesar de eso era moderna y amorosa.

La otra se llamaba Delia y a pesar de eso la quise

sin tapujos, poseído, mirando el sol, cerrando los ojos.

Había un chico que se llamaba trapo, le decían trapo

y era un sordomudo al que todos deseaban

porque las chicas fiorucci eran las que dictaminaban

los cánones del deseo en el barrio. Hasta

yo deseé a trapo con una locura que hoy no reconozco.

Había otro que hacía bromas estupendas

se hacía prender porros por los canas

y nosotros lo esperábamos en un banco de la plaza

y él era amigo nuestro porque tenía esa gracia

o alguna otra que ya no supe nunca

porque mi chica fiorucci me dejó o nunca me tuvo

o pasó el tiempo y no sé dónde se fue o dónde está.

A veces cuesta despegar los ojos,

ver que Delia era un sobrenombre,

verla sobre un hombre o no verla y no verla y no verla.

Otro muchacho se llamaba Raúl

pero, qué curioso, he olvidado su gracia.