viernes, 30 de enero de 2015

POESÍA DE ALBERTO TASSO


casa

Como ruidan los caños en la casa
Como perran por suerte los ládridos
Como se rinde en luces y sobornos
la ecuación de la tarde


viaje

repásame el bolso, Edith,
haz que luzca su espíritu de nuevo
borra esas manchas verdes que hay sobre el cuero
quiero viajar, quiero el azar que cambie
quiero ir y volver
quiero incidentes sobre la marcha
quiero volver a los apenas mirados labios
de una mujer
que no pronunciaron
despedidas.


Montaje de un soneto

Lo tomas por las crines, primer verso.
Un salto. Cuerpo tenso y musculoso.
Corcovea tal vez, caes al suelo.
Difícil es domar la rosa al vuelo.

Sin violencia te acercas a la presa.
Palmea el sustantivo su piel tersa.
Vuelta a montar, y ahora más prudente,
te alejas de la vida de la gente.

Sales al trote por el campo abierto
sintiendo entre las piernas al terceto
que promete el amor en tu jornada
de largo galopar en el desierto.

Pero ya es tarde para el sentimiento.
Graves, suenan catorce campanadas.


[una mañana en mi casa]

Qué linda es la mañana en mi casa
y yo poco la veo.
Hay un contrapunto de pájaros que
hacen unas vidas extrañas en lo alto.
pero nada sé de pájaros,
sólo de ardores quebrados que no cantan
sino cuando se alzan a volar.
Y eso muy de tanto en tanto.
Vivo, entonces, o sobrevivo en medio de
estas provocaciones instaladas en el alrededor.
A ninguna me entrego.
A ninguna la entiendo.
Pero las comparto con un niño que comparte los juegos,
que también son mensajes, mandatos fugitivos, pesas
vocabularios que hablan al silencio.


El proyecto

Quebrado en dos por la melancolía de la siesta
invento lejanías para poder perderme
ser otro en la larga cascada de bignonias
y no pensar en ésa que persigo.
Es cierto que el lúgubre verano vendrá
y que está marcada
y que la cargaré bajando la montaña
para poder saberla tomarla
abrirla deshacerla y nuevamente, saberla
como sábese un libro
una oración, una receta, un medio de vida.


Lógica de la lluvia

Llueve cansadamente en todas partes
llueve sobre los húmedos umbrales
llueve sin pausa
llueve
llueve y es tarde y me amedrento
y torno
a no ser otro sino el descubierto
ser que hay en mí bajo la lluvia
llueve
mojándome la piel los pensamientos
soy el yaciente, el muerto, el que no espera
la hebra de luz filtrándose en la sombra
soy el agua la voz la enredadera
soy el águila mansa en el adobe
soy el vocabulario del callado
y llueve
lejana, imperceptiblemente
sobre la lejanía
y sobre el tiempo
llueve
llueve en el corazón
soy el que siente


Más luego

Te vi moverte a lo largo de dos días.
Empollerándote y desempollerándote.
Vistiéndote de plumas.
Mojada por la lluvia.
Galopando potranca en los senderos.
Huyendo.


Bajo las lentas nubes
                                        A Castilla.

Todavía está en Santiago la lluvia que dejaste
mientras yo avanzo bajo las nubes lentas
que no tienen de mí sino la sombra
y que de Vos lo tienen casi todo.

las muertes

todas, todas las muertes están adentro nuestro
aguardándonos, hechas
para sembrar el tiempo de pálidas señales

vivimos de pequeños momentos
de sogas florecidas y cuchillos en llanto

somos flacos voraces abecedarios huecos
para probar las largas leyes de la materia
y retumbar a voces por las calles desiertas

las ficciones no llenan el estómago
las razones no apagan esta melancolía

nuestra ley es el hambre, la carencia infinita
la vida con los otros
cuyas muertes están adentro nuestro





Alberto Tasso (Ameghino, Bs. As.,1943) a pesar de haber nacido en provincia de Buenos Aires, es un santiagueño más. Este sociólogo, filósofo, ensayista, poeta, narrador, periodista y, por sobre todas las cosas, formador de jóvenes, tiene una vasta trayectoria en la cultura de nuestra provincia. Sus aportes en la investigación histórica y sociológica son sumamente valiosos para el acervo cultural santiagueño. Sin embargo, desde la revista Tardes amarillas acercamos en esta oportunidad una selección de sus poemas ya que, más allá de su formidable tarea académica, es una de las voces poéticas más importantes en la literatura santiagueña.